miércoles, 26 de noviembre de 2014

¡Despierta!

Siguió corriendo, esquivando los árboles. Estaba casi sin aliento, pero no podía parar. ¿Por qué coño corría?

(…)

Hacía un par de días estaba en su precioso piso recién mudada. Le había costado horrores salir de esa maloliente y pútrida casa, qué digo casa, agujero. Si todos los padres adoptivos eran como los suyos, deberían de dejar que los niños huérfanos murieran en la calle, eso sería menos cruel. Había sido un auténtico infierno esos dos años y, con todo, aguantó. Los golpes, los abusos, los insultos… Bud había sido un cabrón borracho desde que la pareja la adoptó, pero tras la muerte de Joy, se había convertido en el mayor hijo de puta del mundo. Joy siempre pudo ponerle algo de límite, pero no por ello era una santa. A Joy le gustaba el polvo de ángel… Se fumaba aquella mierda y quedaba ida por horas. La mayor parte del tiempo que estaba consciente, era por el mono y porque no le quedaba más que meterse… Tampoco era muy agradable.

Incluso le obligaron a trabajar tardes y noches para costearles sus mierdas, y siguió yendo al colegio porque sino los de asuntos sociales hubieran metido ahí el morro, eso no les interesaba. No era todo tan malo, las cosas fueron a peor cuando Joy murió de sobredosis en una de sus salidas a por su píldora de la paz. Ahí todo empeoró, Bud comenzó a beber más, si eso era posible. Ya no tenía quién lo controlase, por lo que los abusos hacia ella aumentaron, si estaba de mal humor la vapuleaba hasta que se cansaba… Por el contrario, si estaba de buen humor, la tocaba y abusaba de ella. No sabía qué preferir… Lo bueno de la muerte de Joy, era que podía coger y guardar algo de sueldo de lo que ganaba, Bud no controlaba tanto eso, no tenía una adicción que costearse. En pocos meses pudo fugarse, conseguir un trabajo a cientos de kilómetros de ese maldito hijo de puta y encontrar un trabajo en una cafetería pequeña y bulliciosa, de camarera.


(…)


Ahora, recapitulando, ¿por qué coño corría? Era una chica corriente, no más que nadie. No era ni muy guapa, ni muy lista, ni destacaba mucho por nada. Una chica del montón, con un pasado miserable. Imbuida en su hilo de pensamientos tropezó con una rama y cayó al suelo, estaba oscureciendo y le costaba ver por dónde corría. Se llevó una mano a la pierna dolorida, sobre la que había caído todo su peso. Tenía que seguir corriendo, no iban a parar, la iban a coger. No sabía quiénes eran, ni los había visto, pero sabía que los tenía detrás, lo presentía, lo olía… ¿Olerlo? Si, si, parecerá una locura, pero olían a sudor y a grasa de motor… Y a ¿salsa barbacoa? Era una locura, no podía saber todo eso, pero lo  sabía. Se levantó como pudo y siguió su camino entre los árboles, con una leve cojera.

Enseguida cayó la noche y ella exhausta paró de correr, apoyando su respaldo en un árbol, rezando por que no la vieran. No tardó en oír sus pasos, y olerlos más de cerca. Aunque no tan cerca cómo parecía, ¿cómo podía oírlos tan de cerca? Suavizó su respiración, para que no notaran su presencia.

-¡Maldito gilipollas! ¿La has perdido?- una voz de hombre, muy aguda y molesta, irritante.

-¿Perderla yo?- otra voz más profunda y ronca.- ¡Una mierda!  Charly se enfadará mucho si no la encontramos pronto, esta noche es casi luna creciente, dijo que le toca.

-Yo no quiero estar cerca cuando esa cosa se desboque, malditos chuchos pulgosos- dice la voz irritante con desprecio.


¿Hablaban de ella? No podía ser, esos tipos se equivocaban, ¿por qué la perseguían entonces? Todo era muy confuso…

“Has nacido para la grandeza Teressa. Vamos pequeña mía, despierta”- una voz en su oído que hablaba en una lengua incomprensible, pero entendió perfectamente cada palabra. Nadie la llamaba Teressa, no desde que recordara, para el resto era Tessa o Tess. Miró alrededor buscando esa voz, ¿su madre? Incluso inconsciente en parte del peligro, se levantó un poco a mirar. Hizo crujir una rama con su movimiento, alertando de su posición. Los dos tipos echaron a correr para ella, que hizo por volver a echar a correr, pero las piernas le fallaron.

-La tengo- dijo el de la voz ronca, cogiéndola con un abrazo de oso por detrás y levantándola fácilmente del suelo.- Qué pequeña es… Pensaba que daría más problemas…- el tipo tenía pintas de boxeador y era él el que olía a grasa de motor y sudor, tenía restregones por toda la camiseta. De cerca el olor le era insoportable, le molestaba, le picaba la nariz. Ella se revolvió, moviendo las piernas frenéticamente. Pero siempre fue demasiado menuda, muy poca cosa, muy ligera. Bud nunca supo cómo podía aguantar tan bien los golpes que le asestaba, y se lo gritaba con varios insultos gratuitos.

-Pues vámonos, Charly la quería viva… A saber para qué… Dijo algo de que está marcada o no sé qué mierdas… - el otro tipo, que tenía cara afilada, enormes ojeras y una nariz alargada, le recordaba a un ratón. Le toco la cara para mirarla bien, tenía las manos pegajosas, y olían a salsa barbacoa y carne.- Yo no le veo nada…

-¿Marcada? Menudas gilipolleces, él sabrá, mientras nos pague…- el tipo grandote echó a andar con la chica en brazos, acabando por cargársela al hombro. Teressa siguió revolviéndose en vano.

-Soltadme, os equivocáis, soy solo una simple camarera- grito ella.

-Cielo, eres muchas cosas, pero no una simple camarera- el tipo de nariz alargada y aguileña, tocándole otra vez la cara.- Estos perritos son monos y todo antes del primer cambio, ¿no crees? 

-A mí no me importaría hincarle el diente a éste- el grandote, poniendo una mano en su culo y tocando.- No pasa nada si tardamos un poco en llevarla, ¿no?- bajando la mano del culo por las piernas. Un montón de malos recuerdos vinieron a la mente de Teressa, se prometió que nadie la volvería a tocar así… Y ahí estaba ese tipo y no podía hacer nada, iban a violarla, para eso la querían, seguro.

-Charly fue muy claro, la quiere ya… Aunque no tiene pinta de que vaya a experimentar su primer cambio como dijo… Por demorarnos un poco no pasará nada- acariciándole la cara. Teressa soltó un gemido lastimoso ante el tacto del hombre. El tipo que la cargaba la dejó caer en el suelo y ella se retorció un poco de dolor, ese tipo medía metro noventa, la caída fue dura.

-Reggie, siempre sabes cómo divertirte- dijo el de voz ronca medio riendo, pasando a despojarle sin mucho taco las ropas. Ella notar un roce de su piel comenzó a sentirse mal, muy mal, como si el fuego recorriera su cuerpo. Tenía fiebre, debía de ser eso… Se sentía confusa y la vista se le comenzó a nublar.


“¡DESPIERTA TERESSA!”- la voz maternal de antes y ella perdió toda razón.

Despertó, sí lo hizo, bajo la luz de la luna y entre temblores por el frío de entrada la noche. Miro alrededor y solo vio sangre, ropa hecha jirones y se miró las manos. Estaba desnuda y cubierta de sangre. ¿Qué había pasado?



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