Al poco de anochecer, ya estaban en marcha. Rudy había
intentado no abrir la boca desde lo ocurrido en la cocina. A Dianne no pareció
molestarle tampoco que no abriera la boca. Fueron en varios transportes
públicos hacia la zona oeste de la ciudad, gran parte del trayecto final lo
hicieron andando. Rudy se limitó a seguir a Dianne todo el trayecto, mirando
paranoico a todos lados cada vez que alguien le miraba en el bus o en la calle.
¿Habría ya alguien buscándolo de verdad? ¿Vigilándolos? Llegaron a una
arboleda, ya acabados los límites de la ciudad. Allí les esperaba Carienn, que
al verlos puso una bonita sonrisa encantadora, que pasó a pícara cuando posó
los ojos en él y le saludo con la mano. Iba vestida con un corpiño y unos
vaqueros ajustadísimos, y el pelo recogido con una cinta verde a un lado, iba
maquillada de manera discreta, a excepción de unos labios rojo fuego, estaba
tremenda. La cita con ella no le parecía de repente tan mala idea.
-Vaya… ¿Quieres engatusar al Garra Roja?
-No es para él… Es para mi cita- sonrió de nuevo con
picardía hacia Rudy, que tuvo que desviar la mirada.
-Lo que sea, búscalo y acabemos… Creo que las cosas no son
cómo pensábamos al respecto de todo.
-¿No son cómo pensábamos?- dijo Carienn levantando una
ceja.- ¿Qué quieres decir?
-Creo que lo está controlando un mago, por lo que pude
sacarle a Tim, es lo más probable… Pero debemos detenerlo igualmente. Buscar a
un mago no es tan rápido como puede ser pararlo a él ahora mismo, no puede
seguir matando.
-¿Un mago?- Carienn se quedó pensativa.- Podría ser… En ese
caso solo tenemos que inutilizar al Garra Roja hasta que encontremos al otro…
Algo jodidamente complicado. Nos curamos y recuperamos muy rápido, y más en
nuestra forma guerrera… ¿Tienes… plata?- preguntó con respeto.
-Sí, necesito que lo distraigas- dijo Dianne sacando tres
balas plateadas de su bolsillo con la mano izquierda y un revólver con la
derecha. Abrió el tambor del revólver y colocó las tres balas, volviendo a
colocar el tambor en su sitio con un pequeño giro de muñeca.
-Estáis de broma ¿no?- dijo Rudy perplejo.- No sé qué coño
esperáis… ¿Pero un hombre lobo con tres tristes balas? No lo creo…
Carienn lo miró seria y Dianne comenzó a reírse.
-Es la plata lo que les daña, esto es más efectivo que un
arma de gran calibre, créeme… Es más, para qué abres la boca si no tienes ni
idea de lo que vas a ver, ni de lo que hablas… Puede que si lo ves ni lo
recuerdes, ya que tu mente intentará desesperadamente olvidar algo como un
crinos, un hombre lobo en su forma guerrera… Reza por salir vivo de esto…-
Dianne se guardó el revólver.
-Vamos, él debería quedarse aquí- dijo Carienn mientras se
encaminaba a la arboleda olisqueando el aire.
-No, él viene, si es mi aprendiz debo saber si vale para
ello…- Dianne siguió a Carienn un par de pasos por detrás.
Rudy se quedó mirando como avanzaban. Era frustrante todo
aquello, no tenía suficiente con enterarse de toda esa mierda del Mundo de
Tinieblas, como para que le ignoren y le traten así… Durante unos segundos pasó
por su mente salir de allí y abandonar todo aquello. Si se escondía no tendría
problemas de que le siguieran, solo debía cambiar de ciudad, de trabajo…
-¡Chaval! ¿Vienes o qué?- le gritó Dianne de entre los
árboles. Rudy salió de su hilo de pensamientos, ¿ya que importaba a estas
alturas? Siguió por donde venía la voz.
Caminaron los tres unos minutos en
silencio entre los árboles. Cairenn parecía ir guiándose por su olfato, menuda
locura… Por su olfato… Quizás de eso se trataban los hombres lobo, solo humanos
con sentidos más agudizados, al menos los vampiros eran como humanos en
apariencia, solo que se alimentaban de su sangre. Eso tenía más pinta de ser
algo sacado de un cómic, como los X-men… “Personas con superpoderes”, cualquier
cosa le parecía más razonable que lo que llevaban contándole a lo largo del
día. De repente Cairenn y Dianne pararon, lo que hizo que Rudy volviera a
ganarse otro capón al tropezar contra Dianne yendo despistado en sus pensamientos.
-Shhh…- puso Dianne una mano en su boca cuando Rudy fue a
protestar por el golpe.
Miro al frente y Cairenn ya no estaba. ¿Dónde se había
metido? Dianne se puso en posición tensa de combate, a pesar de que no había
nada a su alrededor que indicara indicios de nada. Rudy miró alrededor y no vio
nada, oscuridad y árboles… De repente lo escuchó, un aullido y sonidos de pelea
como de animales, pero animales muy grandes. Miro alrededor y no vio nada,
Dianne le empujó contra un matorral y se puso en guardia mirando al frente,
como esperando algo. Se adelantó unos cuantos pasos y le hizo señas de que no
se moviera. Tras unos minutos dos moles de pelo enzarzadas la una con la otra
llegaron casi a su altura, destrozando parte de la arboleda de la zona. Esas cosas
eran temibles e hizo que Rudy se escondiera bien donde estaba, agazapándose.
Medían casi tres metros cada una, eran todo garras y fauces. Una de esas cosas
tenía el pelaje rojizo y una de las garras manchada por un pelaje como rojo
sangre… Una cicatriz surcaba uno de sus ojos… ¿A esa cosa era a lo que se
refería Cairenn esta mañana? Rudy apenas podía moverse, estaba atenazado por el
terror que le embargaba, y Dianne estaba ahí de pie simplemente mirando, como
valorando la situación con el revólver en la mano. La otra cosa, de tamaño
similar era de un pelaje rojo brillante, le recordaba a… Pero no podía ser… La
otra cosa no podía ser Cairenn, era una puta locura todo aquello. Agachó la
cabeza y esperó que toda aquella locura pasara. Oyó un par de disparos al poco
y un grito, ¡un grito de Dianne! Lo que le hizo salir de su escondrijo y asomar
la cabeza, Dianne estaba apoyada contra un árbol, bastante malherida. Tenía un
gran zarpazo de una de esas cosas en el brazo derecho e intentaba contener la
hemorragia con el izquierdo. Las otras dos moles de pelo seguían peleando, pero
él solo podía mirar a Dianne, se acercó a ella. A mitad de camino ella lo
percibió.
-¡Chaval, estoy bien! ¡¡Dispara al de la mancha roja, date
prisa!!- dijo señalando el revólver con la mirada.- ¡Hazlo o estamos jodidos!
Rudy se acercó rápido hacia el arma, ¿cómo narices se usaba
eso? La levantó tembloroso y apuntó hacia ambas moles, una de ellas, la que
supuso Cairenn apartó a la otra dejándola a tiro fácil. Rudy apretó el gatillo,
pero no pasó nada. Se quedó mirando el arma perplejo.
-¡¡El puto seguro gilipollas!!- le gritó Dianne desesperada.
Esa cosa se percató entonces de su presencia y fue directo a
él. Rudy quitó el seguro con un temblor de manos y volvió a levantar el arma y
a apretar el gatillo y esta vez sí, disparó. La bala impactó en el pecho de la
criatura, comenzando ésta a sufrir casi de inmediato una transformación hasta
tener frente a él un lobo que se retorcía de dolor. La otra cosa se acercó a
él, las heridas que los zarpazos le habían hecho en la pelea se estaban
cerrando con rapidez, una vez se hubieron cerrado esa cosa cambió a Cairenn,
para asombro de Rudy.
-Joder…- le salió en un hilo de voz mientras la chica
pelirroja le devolvía una bonita sonrisa.
-De verdad tiene madera Dianne, otro se habría cagado encima
y huido despavorido- dijo Cairenn acercándose coqueta a él que seguía bien sin
saber qué hacer. Luego se agachó sobre el lobo y comenzó a hablarle como en
gruñidos.
-¡Eh chaval! Una mano no me vendría mal- le gritó Dianne
reincorporándose con la espalda apoyada en el árbol. Rudy se apresuró a
ayudarla a levantarse y ella le sonrió.- No ha estado mal, esperaba menos de
ti…
-Tienes que ir que te vea eso un médico…- dijo Rudy
preocupado por sus heridas del brazo derecho.
-La hermana de Cairenn le echará más tarde un ojo, ella es
mejor que cualquier médico. Cairenn, ¿qué dice?
-Incongruencias, parece que le han trastocado la memoria y
nublado la razón. Si puede que haya un mago detrás de todo esto- Cairenn tomó
al lobo en brazos sin esfuerzo.- Llamé a mi hermana, ella te curará y lo
vigilará- dijo señalando con la cabeza al lobo.- Debe andar ya por las lindes
de la arboleda si ese espíritu fue lo suficientemente rápido…- echó a andar por
donde habían venido.
Rudy pasó un brazo por la espalda de Dianne para ayudarla a
caminar, ella lo rechazó y echó a andar tras Cairenn con algo de dificultad,
pero manteniéndose derecha. Maldita cabezota, estaba para el arrastre y ni aun
con esas se iba a dejar ayudar… Siguió a ambas mujeres hacia el camino. Allí
les esperaba una jovencita del mismo color de pelo que Cairenn, pero parecía
más joven si cabía. Se acercó e inspeccionó al lobo y luego se acercó a mirar a
Dianne. Posó su mano sobre el brazo herido y casi de inmediato sanó y se cerró.
-¿Magia?- dijo Rudy al ver eso.
La chica se percató en ese momento de su presencia y se
sonrojó.
-Dones de su raza y auspicio- dijo Dianne.- Fiona es
Theurge…- como si eso significara algo para él.
La chica sin decir nada se acercó y tomó al lobo en brazos y
tras dar un tímido beso a Cairenn en la mejilla, desapareció.
-¿Dónde coño ha ido?- dijo Rudy mirando alrededor.
-A la Umbra, al plano espiritual. Se siente mejor allí…-
Cairenn encogiéndose de hombros.- Bueno… Mi cita…
-Es todo tuyo, devuélvemelo de una pieza por la mañana como
muy tarde, por favor- dijo Dianne recomponiéndose un poco la ropa rota que
llevaba como si nada hubiera pasado y tras quitarle el revólver a Rudy de las
manos, que aún llevaba por inercia se marchó caminando tranquila.
-¡Eh! ¡Espe…!- intentó decir Rudy, pero ya tenía la cara de
Cairenn muy cerca mirándole y sonriendo.
-Aun no sé tu nombre…- dijo en un tono coqueto.
-R… Ru… Rudy…- dijo y tosió algo incómodo al verla tan cerca
de su espacio personal.
-Vamos, yo te invito a comer- dijo tomándole de la mano y
tirando suavemente de él.
-Espera Cairenn, en la ciudad me persiguen, no sé si Dianne
te contó… Deberías tener cuidado…
Cairenn soltó una sonora y casi melódica carcajada.
-¿Crees que debo preocuparme por esas sanguijuelas? Dianne
no es tonta, soy la mejor niñera que podía ponerte, ninguno se acercará si
tienen el suficiente sentido común mientras estés a mi lado. Esos jodidos
chupasangres no son nada para mí… Y si intentan tocarle un pelo a mi cita, los
destrozaré con mis propias garras- dijo con una sonrisa maliciosa que cambió
rápidamente a una encantadora.- ¿Te apetece una hamburguesa con patatas?
-Cla… claro- dijo abrumado y la siguió.
Fueron a una bonita cafetería donde ella pidió por él.
Parecía muy impetuosa y lanzada… Y como dijo Dianne, no tener ni un pelo en la
lengua. Carienn no paraba de hablar, todo el camino de vuelta a la ciudad no
calló ni un minuto. Los hombres se volvían a mirarlos por donde pasaban, era
una mujer guapa, voluptuosa y segura de sí misma… Bueno, una “mujer”… Él se
entendía.
-Y bueno, estás pez en todo esto por lo que visto- dijo sin
dejar de perder el contacto visual con él.- Pero pareces tener madera, Dianne
pocas veces se equivoca.
-¿De qué la conoces?- dijo curioso.
-Bueno… Circunstancias… No quedan muchos de los míos,
conforme pasan las décadas nacen menos,
nos extinguimos y los pocos que quedan eligen la corrupción a la defensa de
Gaia…
-Oh, vaya, lo siento…
La mujer le sonrió pícaramente.
-Si quieres puedes ayudarme a engendrar más guerreros…- le
dijo directa. Rudy se atragantó un poco por la insinuación y causó en ella otra
carcajada.- En verdad que eres muy mono…- dijo poniendo los codos sobre la mesa
y apoyando su cabeza sobre sus manos. Rudy se ruborizó y miró hacia su plato.-
He visto tu potencial, con algo de entrenamiento… Serás temible, mira lo que
has hecho en apenas un día… - le dijo algo más seria, Rudy levantó la mirada.
-Dianne está en mejor forma que yo, estoy muy lejos de poder
hacer lo que ella hace.
-Si necesitas entrenamiento físico, cuenta conmigo- dijo
cogiendo su vaso y bebiendo. Luego volvió a dejarlo sobre la mesa.- En todos
los sentidos…- le guiñó un ojo.
Acabaron de cenar, Cairenn no paró de soltarle frases un
tanto incómodas y muy directas durante la cena. Él prefirió callarse muchas
veces, no tenía apenas experiencia con mujeres y algo tan directo lo
apabullaba. Salieron de allí, con Cairenn sonriente colgada del brazo.
-Creo… Que debería volver con Dianne, quizás necesite ayuda,
estaba malherida y…- empezó a excusarse malamente.
Cairenn lo calló con un buen beso, más lujurioso que otra
cosa. Rudy la correspondió, cualquiera se negaba después de todo… Ella pegó su
cuerpo al de él y le colocó sus manos estratégicamente a su ceñida cintura. Él
se dejó hacer, el ímpetu de ella era imparable y el deseo por ella más que
evidente. No había hombre en la Tierra que pudiera resistirse a algo así. Ella
besó su cuello y encendió su pasión.
-¿Vendrías a mi casa?- le susurró con un mordisquito
juguetón en la oreja.
Rudy tragando saliva y mirándola fijamente no pudo sino
asentir. Ella lo tomó de la mano y se lo llevó a su pisito, que no estaba lejos.
Parece que había elegido ese lugar para cenar por eso mismo. Él con una mano
aún sobre su cintura, notaba el contoneo de sus voluptuosas caderas bajo esos
pantalones apretados, no se creía lo que estaba pasando. Llegaron a su
apartamento, era un sitio austero y la poca decoración que tenía era muy de
mujer, aunque Rudy no pudo ver mucho, Cairenn no era de mucho hablar en
determinadas situaciones por lo que parecía. Conforme estaba cruzando el
portal, ya le faltaba la mitad de la ropa, él sería un inexperto, pero Cairenn
compensaba con creces esa experiencia y unas manos ágiles también ayudaban.
Joder, le había desabrochado los pantalones en un abrir y cerrar de ojos… Y
ella se quitó la ropa con gran rapidez, como si no la hubiera llevado en ningún
momento, con lo apretada que la llevaba… Las curvas que se adivinaban por
encima de la ropa eran más impresionantes si cabía sin ella, Rudy no había
estado con una mujer así ni en sus sueños. No llegaron ni a su habitación, esa
mujer era todo pasión, ¿acaso eran así todos los hombres lobo? ¡Qué locura! Lo
empujó contra la mesita que había al lado de la puerta principal, tirando un
par de llaveros sobre el suelo que hicieron un estrepitoso ruido al caer, pero
ellos no lo oyeron o no pareció importarles. Acabó de desnudarlo y ella se
sentó sobre la mesita, rodeando su cintura con sus esbeltas piernas y
acercándolo hacia sí con una sonrisa. Le cogió dominante la cabeza, sujetando
fuerte su pelo y volvió a besarle mientras él la tomaba. Se pasaron toda la
noche recorriendo el pequeño apartamento, lo dejó exhausto.
El tour acabó en la
habitación de ella, o eso suponía él. Cuando se dio por satisfecha y con él
agotado y todo sudado sobre la cama, ella se incorporó y desperezó como si nada.
Rudy miraba aún sin creérselo hacia el techo, intentando recuperar el aliento.
-Ya puedes volver con Dianne si quieres, seguro que querrá
madrugar para buscar a ese mago- dijo mientras se estiraba sin darle
importancia.- Desde luego sabes dar la talla, Rudy- le volvió a sonreír.- Me
encantará repetir nuestra cita… Ahora deberías irte, Fiona se escandalizará y
me regañará otra vez si vuelve y te ve en mi cama- se dirigió hacia la ducha.-
No te preocupes por los chupasangres, no te tocarán… O más les vale…
Rudy se vistió y salió del edificio, deambuló por las calles
hasta llegar al piso de Dianne. No sabía ni qué hora era, ¿cuánto había estado
en casa de Cairenn? A saber, tampoco estaba para mirar la hora en ese momento…
Un recuerdo de sus curvas invadió su mente y lo dejó loco por unos instantes.
Llamó a casa de Dianne, preparando una disculpa por despertarla, pero ella ya
estaba despierta, por lo que tuvo que ahorrárselo. Se limitó a abrirle la
puerta y a seguir a sus cosas. Parece que estaba limpiando y engrasando varias
armas que tenía desmontadas sobre la mesa.
-Si necesitas descansar puedes usar mi cama- dijo como
ofrecimiento sin quitarle ojo a sus armas.- En 5 horas nos vamos.
-Claro…- dijo sin protestar yendo para la habitación de
Dianne.
Acababa de estar con Cairenn, a él la situación le parecía un poco
violenta… Pero a Dianne no parecía importarle y era imposible que pensara que
sólo habían cenado inocentemente, Rudy no esperaba una completa ignorancia de
su parte. Pero claro, Rudy era el único que había dejado volar su imaginación
con escenas de ambos, tras haber pasado un día con ella sabía que nunca iba a
pasar algo así. Aunque le acababa de ofrecer su habitación… Entro por la puerta
y vio una cama grande pulcramente hecha y un gran armario cerrado con llave. No
había mucho más, una mesita sin ninguna pertenencia sobre ella. Rudy se
descalzó y se quitó la chaqueta, luego se sentó sobre la cama. Era cómoda, se
tumbó y comprobó que bastante cómoda. No tardaría mucho en coger el sueño y así
fue. Le despertaron unos golpes a la puerta.
-¡¡Chaval!! ¿Has muerto o esa Fianna te sorbió hasta el
alma?- Dianne desde fuera.- Date prisa, nos vamos.
Rudy saltó de la cama, se la arregló como pudo, sin llegar a
dejarla ni por asomo con la pulcritud con la que la había encontrado. Se calzó
y salió con su chaqueta en la mano. Se encontró a Dianne con su taza de café
cargado, cuyo olor invadía ya la estancia.
-Te di media hora de cortesía, no puedes quejarte… Hay más
café hecho si quieres.
Rudy se sirvió una taza.
-¿Es que nunca duermes?- le preguntó extrañado.
-Dormir es un lujo para mí, si hubieras visto todo lo que yo
he visto ahí fuera… Tú tampoco dormirías, lo de anoche fue solo un paseo.
-Vaya… ¿Dónde vamos ahora?- dijo intentando cambiar de tema.
-A visitar a alguien…
-¿Visitar?- se bebió el café de un trago. Aun habiéndolo
bebido durante un día entero le seguía sorprendiendo el intenso sabor y lo
jodidamente bueno que le salía.
-Sep…- dijo sin dar más explicaciones y se ajustó una de las
pistolas que estaban listas sobre la mesa en el arnés de debajo de su chaqueta.
Se dirigió hacia la puerta.
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