Volvieron a deambular por las calles, cogiendo un par de
líneas de bus, Rudy ya no sabía ni donde estaban. Ese día la ciudad le parecía
más gris y oscura, los edificios, la gente al pasar… Todos ignorantes de lo que
podía estar caminando entre ellos, inconscientes, como lo había sido él hasta
hacía apenas dos días… Todos con sus cosas, sus ritmos frenéticos, sus vidas…
Lo llevó al museo de historia natural. ¿Un museo? ¿Qué le iba a decir ahora?
¿Qué los dinosaurios existían también? Sonrió ante la idea y no la dijo en alto por temor a llevarse otro
capón de Dianne. Entraron en el gran hall del lugar, lleno de animales
disecados, plantas, esqueletos… Dianne se dirigió directamente a los almacenes
y oficinas, parece que no era la primera vez que estaba allí por la soltura y
la decisión que mostraba. Rudy la siguió y acabaron en los sótanos del museo.
Allí entre estanterías, multitud de cajas de varios tamaños y cubiertas de
polvo, había una mesa grande con una lámpara que iluminaba solo esa zona.
Frente a la mesa un hombre de unos sesenta años, con pelo canoso, barba y
minúsculas gafas. Parecía estar limpiando unas piedras grabadas con un pincel.
Ya de más cerca vio que hacía el trabajo con mimo y dedicación. Dianne se puso
frente a él con los brazos cruzados, como esperando una respuesta. Rudy no
entendía nada. El viejecillo levanto la mirada y sonrió.
-Un placer volver a verla, señorita- dijo marcando
suavemente las erres con acento de algún lugar del este de Europa.
-No puedo decir lo mismo Gus.
-Vaya… Una lástima, ¿a qué debo el placer de esta visita?
-Gus, no soy tonta y lo sabes, no me trates como tal. Sabes
que soy tolerante con los vuestros, pero… Has cruzado una línea que no debías
Gus. Te lo advertí el primer día que viniste a la ciudad y creo que fui muy
clara.
-Sí, señorita. Fue clara y concisa, aún recuerdo los
moratones que me quedaron- dijo en un tono afable pretendiendo bromear.
-Entonces explícame por qué usabas un Garra Roja para
conseguirte material.
-No sé de qué me habla, ¿por qué ib…?- comenzó con su
sonrisa amable.
Dianne lo cogió amenazadora del cuello.
-Gus, no me gustan los juegos. Has matado a gente inocente y
eso no tiene perdón.
El viejecillo cambió su expresión afable a la seriedad
absoluta, la poca luz que había en el sótano desapareció por completo. La
oscuridad invadió el lugar y Rudy dio un par de pasos hacia atrás dudoso.
Empezó a oír un forcejeo y ruido de cosas moviéndose. ¿Las cajas? ¿Las pesadas
cajas que pesarían una tonelada se movían todas a la vez a su alrededor? Se
estaban cayendo solas de las estanterías y Rudy se asustó, ¿qué coño era todo
aquello? De repente el ruido, los movimientos, el forcejeo cesaron y una mano
se apoyó en su brazo, causándole un sobresalto.
-Rudy, vámonos antes de que nos vean- dijo Dianne en voz
baja.
-Joder qué susto, ¿qué coño ha pasado y qué ha sido eso?-
dijo Rudy aun a ciegas.
-Ahora te explico, vámonos- lo tomó de la mano y lo sacó de
allí, guiándolo.
Al lado de las escaleras se veía ya algo de la luz que bajaba
del piso superior. Estaba todo lleno de cajas por todas partes. Dianne le había
guiado, pero de tener que salir solo de allí se habría tropezado al menos una
docena de veces y caído contra el suelo de bruces. Ella subió ligera las
escaleras soltando ya su mano. Rudy echó un último vistazo al oscuro sótano,
había quedado hecho un caos, incluso había un gran sarcófago caído, pero por
fortuna no estaba abierto. Menos mal, lo último que quería era ver una momia
seca y putrefacta. Eso sí que sería gracioso, que existieran las momias, sería
el colofón del mundo de pesadilla en el que estaba ya imbuido… Momias y
zombies, claro que sí, unos jodidos zombies… ¿No había dicho Dianne algo de un
Apocalipsis?
-Chaval, ¿eres imbécil? Muévete- le dijo en voz baja desde
arriba de las escaleras y él la siguió. Salieron de allí sin llamar la
atención.
-¿Qué ha pasado ahí abajo?- dijo Rudy tras unos minutos
caminando en silencio.- ¿Qué era eso? Porque era una cosa, ¿verdad? Quiero
decir, que no era humano…
-Sí que era humano, técnicamente…- dijo Dianne sacando un
cigarro de su paquete arrugado y estirándolo para ponérselo en los labios.- Gus
era un mago.
-¿Era…?
-De ser de otra forma no estaríamos vivos ni habríamos
salido de allí. Esperaba que hablara algo antes de intentar nada, para saber
las razones de esas muertes… Pero ya da igual- se encendió el cigarro y le dio
una calada.- No te esperabas algo así, ¿verdad? Porque tenía pinta de ser un
viejecillo… Pero los magos consiguen su poder sobre todo del estudio y los
libros, suele resultar que cuánto más viejos son… más poder tienen. No te fíes
de su aspecto “frágil”.
-Comprendo… y tomo nota. ¿Cuándo empieza mi entrenamiento
real?
-¿Te parece poco real lo que has visto?- dijo Dianne sin
dejar de caminar, fumando tranquilamente.
-Ya sabes a qué me refiero, mejorar mis aptitudes físicas y
esas cosas que dijiste.
-Cuando lleguemos a casa si quieres, pero te advierto que no
va a ser un paseo, tendrás que hacer lo que yo diga y no rechistar. Soy muy
dura, pero mi método tiene sus resultados…
Rudy
tragó saliva ante eso, si ella misma decía que algo iba a ser duro, debía
prepararse.
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