viernes, 21 de noviembre de 2014

Un Mundo de Tinieblas VIII (Fin)



Volvieron para el piso y Dianne retiró un poco el sofá del salón sin esfuerzo. Se descalzó y aligeró de ropa, quedándose con una camiseta de manga corta que hizo que a Rudy se le fueran los ojos. Joder, su mentora estaba buena que te cagas, menudas… Una patada en el costado interrumpió sus pensamientos.

-¿Piensas hacer de sparring o vas a prestar atención? Golpéame- dijo ella en posición de combate.

Rudy intentó por todos los medios darle algún golpe, pero ella esquivaba y los devolvía con gran eficacia. ¡Joder como se movía!, y verla sudar con tan poca ropa, conforme a lo que estaba acostumbrado de verla tan tapada siempre, no ayudaba nada. Tenía que darle un infarto o algo si seguían con ese ritmo. Llevaban cuatro horas sin descanso y tenía las extremidades acalambradas. Al final pararon y Dianne haciendo un par de estiramientos fue a la cocina.

-¿Hemos acabado?- dijo Rudy dejándose caer por peso al sofá.

-¿Acabado? Apenas hemos empezado, ahora toca la pausa para comer, en una hora retomamos- dijo mientras sacaba algunas verduras del frigorífico y ponía las sartenes al fuego.

Rudy suspiro, no podía ser verdad. Luego se quedó mirándola mientras cocinaba. Estaba toda sudada, pero no parecía cansada, ni mucho menos. Tenía el pelo recogido en una de esas coletas altas descuidadas que le dejaban la mitad del pelo suelto y alborotado. Los mechones de su nuca estaban mojados y pegados a la piel debido al sudor. Y el cuello… Blanco, fino y delicado, surcado por alguna pequeña cicatriz apenas imperceptible si no te fijabas de cerca. ¿De cerca? Sin quererlo y mientras la miraba fijamente, Rudy se había acercado lo suficiente para situarse detrás de ella. Dianne que estaba centrada cocinando o no se había dado cuenta o no pareció importarle. Olía a sudor, pero era un olor dulzón que le evocó un recuerdo. Rozó uno de los mechones empapados con su mano y lo retiro con mimo del cuello, notó como un escalofrío recorrió a Dianne ante el gesto y ella se giró.

-Es lo que has temido siempre ¿verdad? El contacto físico es algo tan “íntimo”…- dijo Rudy con una sonrisa maliciosa y en un tono de voz grave y autoritario.

Dianne abrió mucho los ojos sorprendida pero no se movió. Rudy pasó una mano por su cintura y la atrajo dominante hacia sí, dándole un buen beso que ella correspondió inconscientemente.

-Eres deliciosa cariño, ni en siglos me imaginé que me encontraría una criaturita como tú… Y mucho menos tras tomar este recipiente que parecía tan inútil en un principio…- dijo Rudy mirándose la mano con la que no sujetaba a Dianne y luego volvió a clavar sus ojos en ella.- Pero tú, querida. Compensas todo, hasta la pérdida de memoria de estos días…

Dianne fue a abrir la boca atónita para decir algo.

-Shhh…- Rudy puso un dedo sobre sus labios y luego lo paseó acariciándolos con ternura.- No digas nada cariño, no rompas la magia…- volvió a robarle un beso.- Aunque no hayas visto a ninguno de los míos ya sabes qué soy, ¿no? Eres muy inteligente…- le soltó el pelo con la mano libre, ya que la que había puesto sobre su cintura seguía aferrándola fuertemente. Luego se lo peinó y jugueteó con él entre sus dedos.- Me encantas… Permíteme presentarme, disculpa mi mala educación- dijo Rudy serio, pero con un ligero tono divertido.- Soy Asmodeo, seguro que con ese nombre algo oíste de mí, ¿verdad?

Dianne solo asintió.

-Es divertida la paradoja del Cazador cazado, pero tú no eres la razón de haber venido… Ya me gustaría que mi único cometido ahora fueras tú… Créeme que no te arrepentirías- le volvió a acariciar el cuello y ella tembló, haciendo que Asmodeo esbozara una sonrisa al notarlo.- A pesar de todo, te quiero a mi lado, me gustas… Me gustas más de lo que me ha gustado ninguna humana o cualquier otro ser hasta ahora, y eso es mucho decir, cariño. Siéntete afortunada, ya que no me gusta dejar “testigos”, pero gracias a ti he recuperado la memoria antes. No te preocupes por el alma de este huésped, no acabé con ella, lo hizo él solo... En realidad era un llorón y un cobarde… Se quitó la vida tomando un bote de pastillas una noche de soledad y desesperación- Asmodeo negó con la cabeza.- Tampoco debería importarte, pero sé cómo son los de tu condición- la tomó en sus brazos y ella se dejó como si no tuviera voluntad.- Ahora vas a experimentar grandes placeres, querida, luego me marcharé… Pero en una semana te requeriré y te buscaré. Hasta entonces podrás buscar maneras infructuosas de acabar conmigo o comprarte algo de ropa más adecuada a mis gustos- dijo encaminándose hacia el dormitorio.- Te recomiendo lo segundo, lo primero te llevará a seguir caminos largos, tortuosos y sin fin y a la desesperación… Pero a tu elección lo dejo- la tumbó sobre la cama y la besó una vez más mientras le quitaba la ropa con mimo. 

Dianne se dejó hacer en todo momento, no sabía qué decir, tampoco podía hacer mucho. Rudy había llevado un Demonio consigo todo este tiempo y ella no había podido mantenerse alejada de él, ni darse cuenta antes. 

Sabía que había algo raro en el chico desde que lo vio en el bar, pero no pudo saber qué era. Ahora era demasiado tarde. Éste era su castigo.

FIN.




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