jueves, 20 de noviembre de 2014

Un Mundo de Tinieblas I





Salió del complejo de oficinas y se desperezó. Ya se le había hecho tarde, incluso había tenido que cenar algo mientras trabajaba frente al ordenador. No importaba, era libre, “bendito fin de semana”. Se ajustó y abrochó bien la chaqueta, comenzaba el frío otoñal y los resfriados, qué poco le gustaba. Echó a andar hacia Mulligan’s, un par de cervezas antes de dormir y el ambiente parroquiano habitual del lugar le haría olvidar un poco la semana. Menuda locura, en redacción estaban locos por saber sobre ese animal que andaba suelto por las cercanías y que parecía entrar a la ciudad a “alimentarse” de gente… Los despedazaba, había visto algunas fotos y era horrible. También era lo que tenían los periódicos sensacionalistas… Buscaban cualquier noticia con la que atraer lectores… Hablan hasta de apariciones y abducciones si algún paleto se le ocurre hacer marcas extrañas en campos de maíz. Rudy negó con la cabeza, solo era trabajo al fin y al cabo, lo justo para darle de comer, le importaba una mierda si querían hablar de jodidos fantasmas o de como el presidente engañaba a su mujer con un cerdo. Por fin llegó a la puerta, la abrió y se embriagó de los olores: frituras, cerveza y whisky; en su opinión el cielo no debía ser muy diferente del Mulligan’s, además a veces iban chicas preciosas que no tenían nada que envidiar a los ángeles. Dios, que pensamiento más cursi, negó con la cabeza. Igualmente nunca causaba interés en ninguna, era un tipo demasiado normal. Buscó un taburete apartado en la barra y pidió lo de siempre, una buena jarra de cerveza y unas alitas de pollo para picar, ¡estaban de vicio!

Mientras esperaba su bebida tanteó el bar, hoy estaba lleno, no había mucha gente en la barra pero el resto estaba repleto. Paseando su vista por los pocos apostados en la barra la vio, o bueno, más bien notó por fin que estaba ahí. ¿Cómo no se había dado cuenta antes de ella? Era de las mujeres más guapas que había visto nunca, ojos verdes, pelo azabache recogido en una coleta hacia atrás de manera descuidada, dejando algún mechón suelto que se retorcían en perfectos bucles. ¡Y joder! No paraba de mirarle fijamente, sin pudor ninguno. Hizo que Rudy, inexperto en mujeres, se ruborizara y mirara hacia la barra hasta que trajeron su pedido. Ya con la jarra en su mano se atrevió a echar otro vistazo de reojo, y si, ella seguía mirándolo fijamente sin apartar la mirada. Eso lo hizo pensar, ¿acaso la conocía? De ninguna manera, no hubiera olvidado nunca a una mujer así y tampoco había estado con tantas como para que eso ocurriera… Siguió a sus alitas de pollo, aun notando su mirada penetrante clavarse en él. Hizo por ignorarla, no se sentía cómodo del todo con ello. Tras acabar de comer volvió a levantar la mirada, ella ya no estaba. Paseó su vista por el bar y nada, ¿dónde se había metido? Volvió a negar para sí mismo con la cabeza, lo último que necesitaba era un lío de faldas, y con una mujer tan rara menos, las mujeres estaban todas locas.

Pidió otra cerveza más y volvió a mirar a los parroquianos, una de las mujeres de la pista parecía estar sola bailando y causaba el interés de varios hombres. Sinceramente, no era como el pibón que había visto en la barra, pero era mona. Menuda, rubita y se movía de escándalo, eso sí. Ella se acercó como acalorada al lado de Rudy y pidió una copa, luego echó un vistazo a Rudy de arriba abajo y le sonrió.

-¿No me vas a invitar, vaquero?- le dijo con un tono de voz entre infantil y sensual.

Rudy se giró pasmado al oírla, ¿le hablaba a él? La miró y la vio esbozando una amplia y bonita sonrisa, y lo encandiló. No tenía ningún rasgo que la hiciese la más bella de allí y sin embargo, los tenía todos: sus finos labios, su piel blanca esculpida, su voz melodiosa… Aunque algo no andaba bien del todo en la mezcla, sus ojos aunque intentaban parecer chispeantes de vida, en realidad parecía todo lo contrario. Lo que hizo que Rudy dudara y tragara saliva al notarlo.

-¿Estás bien?- dijo sin quitar su sonrisa.- Parece que hubieras visto una aparición, vaquero- se acercó y mirándole fijamente a los ojos le dijo.- ¿O es que no te gusto?

Un escalofrío lo recorrió de arriba abajo, y el deseo le invadió, ¿qué había pasado? No importaba, pero deseaba tenerla y ya. Ella, que pareció adivinar sus pensamientos le puso una  sonrisa pícara y lo tomó de la mano, dejó un par de billetes sobre la barra y se lo llevó al callejón tras el bar, donde descargaban los pedidos y cajas, al lado de la puerta trasera. La chica estaba claro que sabía lo que quería… él la siguió sin decir nada, aún estaba poseído por el deseo que le había sacudido como un látigo. Ella lo apoyó contra la pared y lo besó con pasión, mientras jugueteaba con su pelo con su mano derecha, con la izquierda lo agarraba firmemente contra la pared. ¡Vaya si tenía fuerza la chica para ser tan pequeña! Ella siguió besándole con lujuria el cuello.

-… Oye… Nos acabamos de conocer y no es por ser aguafiestas… Pero un nombre no estaría mal- dijo Rudy al ver el ímpetu de la chica, la cual le dio un pequeño mordisco que arrancó un gemido de placer de su boca y no le dejó decir nada más. El éxtasis invadía cada célula de su piel y solo deseaba que siguiera bebiendo. Un momento, ¿bebiendo?

-¿Qué… haces?- dijo algo alarmado mientras ella seguía sorbiendo su vida, comenzó a perder el conocimiento poco a poco, a nublársele la vista. Calló al suelo débil y oyó voces, distinguía algunas siluetas nubladas. Notó que algo le salpicó, algo viscoso, luego simplemente oscuridad.



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