jueves, 20 de noviembre de 2014

Un Mundo de Tinieblas II


Se despertó en un sofá mugriento en una habitación con apenas nada más aparte del sofá. Pegó un salto al notarse rodeado de un ambiente extraño. ¿Dónde estaba? Lo último que recordaba era esa rubita que lo sacaba para el callejón… Paseó la vista por el lugar, parecía un pequeño apartamento, estaba en un salón con un sofá roído y separado por una pequeña cocina por una barra. Las persianas estaban echadas, solo algo de luz se filtraba por ellas, dejando ver la gran cantidad de polvo que inundaba la sala. Lo más curioso y lo que debía preocuparle de verdad era la puerta: blindada y con numerosos candados. Iba a levantarse para verla más de cerca cuando oyó como comenzaron a descorrerse los seguros de la misma. Rápidamente Rudy volvió a tumbarse en el sofá y se hizo el dormido. Con los ojos entrecerrados distinguió una figura femenina entrar cargada con varias bolsas. Se tranquilizó un poco, y mientras ella colocaba todo de espaldas a él, Rudy se incorporó.

-¿Quién eres tú y qué hago aquí?

La mujer se giró, era la morena de la barra de anoche. ¿Cómo que morena? Él recordaba haber salido de ese lugar con la rubita de la pista de baile. La mujer se acercó y fue directa a él, de frente, lo que provocó que él se ruborizara por la cercanía. Le examinó el cuello, y le dolió cuando le tocó.



-¿Qué tengo?- dijo el extrañado al notar como le destapaba un vendaje y a él le escocía. Fue a tocarlo instintivamente cuando la mano de ella lo paró y lo apartó de un ligero manotazo. Vaya, la chica tenía carácter.- ¿Piensas contestarme o qué?- dijo algo malhumorado.

Ella siguió con su ignorancia, se apartó y untó levemente la herida con algo que olía a rayos. El dolor mitigó un poco y la mujer volvió a taparle el cuello.

-Deberías taparte eso bien, disimular con un collarín o irán a por ti- dijo ella volviendo a colocar cosas en la diminuta cocina.

-¿Qué me ha pasado?- dijo él extrañado y sin dejar de mirar a la mujer. Realmente era más guapa de lo que le pareció en aquel bar… Sus piernas… Y su culo…

-No recuerdas nada…- le miró incrédula unos segundos. Su mirada hizo que a él se le parara el corazón, luego volvió a sus cosas.- Demostraste fuerza de voluntad suficiente como para no haber olvidado el ataque de un Vampiro, aún por el Beso…

-¿Vampiro? ¿Beso? ¿De qué me hablas? Esto es el mundo real, no el jodido Crepúsculo, no me tomes el pelo.

-¿Crepúsculo?- dijo ella con curiosidad.

-Sí, ya sabes las películas esas adolescentes de amor entre vampiros…

Ella se acercó seria y se sentó a su lado en el sofá.

-No te estoy hablando de películas, te estoy diciendo que ahí fuera hay depredadores nocturnos deseando darte caza y beber tu sangre. Visten como nosotros, nos imitan, pero están muertos… Su piel es fría como la piedra y por mucho que lo intenten no son como nosotros. Si prefieres no creerme, sal ahora mismo por esa puerta y espera un par de noches a que vayan a buscarte y acabar su trabajo contigo, no querrán tener por ahí pululando un testigo, con los colmillos de un neonato marcados en su cuello, no es bueno algo así para permanecer ocultos en las sombras- dijo sin dejar de mantener el contacto visual con él.

Rudy la escuchó incrédulo e hipnotizado por esos ojos verde alabastro. ¿Vampiros? ¡Venga ya! ¿En ese caso por qué seguía vivo? No dijo nada, contemplarla en ese momento era casi más importante que saber de qué narices le estaba hablando.

-Deberías darte una ducha… Llevas dos días con la misma ropa- se levantó y le tiró algo de ropa de un montón de una silla.- Eso debería valerte- le indico con un gesto dónde estaba el baño y ella siguió en la cocina.

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